Hay un libro que en
estos últimos meses ha sido mi compañía en mis agobiantes viajes de los viernes
y se volvió un bálsamo en mis tardes silenciosas después de acabar el trabajo.
He pensado que los
libros son como pilotos que te llevan de viaje por lugares insospechados, que
puedes flotar aunque pises el suelo y que puedes soñar aunque estés despierta.
Me pasa cada vez que me aventuro en sus páginas.
Todas las historias
de este bello libro me atraparon, me dieron una sacudida y hasta me robaron una
que otra lágrima caprichosa.
Empecé aventurándome
en la página “No siempre fuimos cuatro”; recordé las amistades que llegan a su
tiempo, te invaden la vida y se estacionan en tu corazón. Me dejé
envolver por “Hoy ten miedo de mí”; ¿Cuánto poder tiene una canción? Diría que
mucho, más aún si te conecta siempre a alguien. Tomé unas bocanadas con “El Dolor
es bueno”. Claro, el dolor es inevitable, superarlo nos hace más fuerte. Unas páginas
más y llegué a “Las cajas”; un sinfín de momentos de la vida, pasando de caja
en caja y personalmente, llevo una bella caja conmigo. Me dejé caer en “El
libro de los abrazos”; estoy segura que si empiezas las primeras páginas de
Eduardo Galeano no te despegarás de ellas, yo por experiencia tengo uno desde
el 2012. Llegando a “La Pasión de vivir” y aquí hago una pausa, leerlo se me
forma un nudo en la garganta. Pienso cuanto adoro a mi hermana; cuanto compartimos,
una confidente del día a día… Ahora estoy adentrándome en “La pulga de capote”,
ese fragmento que en primera fila escuche desde los labios de la autora. Un
bello fragmento que te deja deseando más.
Podría contar otros
pasajes de este libro pero me tomaría unos días enteros por escribir todos. Ahora
voy rebobinando y volviendo a leer unas historias más veces que otras. Es
divertido, es nostálgico, es atrapante y relajante.
La protagonista de
esta historia y autora de este libro, es alguien a quién quiero profundamente. Y
en lo personal, es una persona que admiro con total pasión.
Pienso que el destino
es caprichoso. Hace tiempo, si mi memoria no me falla, aquel 2011 en una edición
de Letrasértica encontré un fragmento suyo. Solo me di cuenta cuando ya lo había
comprado. Esa fue la primera vez que supe de ella desde algo impreso… Me lleno
de gusto pero también de nostalgia. Al igual que el cruce en la edición del
Diario correo años después. O un día del 2017 estando yo en un bus la vi
caminando por una avenida, se me erizo la piel y hasta tuve el impulso de
bajarme a saludarla, aunque entrando en razón ¿Qué haría? Pero bueno, esas
historias son pasadas. El presente es otra historia, otra página, otra edición.
Debo decir, que en
mis escritos siempre he sido de contar las despedidas, porque esas ya no
duelen, no resuenan ni me agitan el corazón… pero escribir de bienvenidas, eso
es algo más reciente, más tangible, te aprieta el corazón.
En serio, me es más fácil
escribir las despedidas pasadas que las bienvenidas presentes. Y es que la
llegada de este libro con la autora y la otra historia que se encierra detrás te
hacen desprender del suelo; los nervios, los miedos y la felicidad están a flor de piel…
Este es un libro que
se mudó en una habitación de este corazón, que celosamente se instaló y está rodeada
con el olor a pintura fresca. Así que diré; bienvenida mi más preciada adquisición
que ahora descansa al lado de mi libro: Rimas y leyendas de Gustavo A. Bécquer,
otro libro muy preciado de mi infancia.
Y sobre todo(a riesgo de no saber que está pensando) bienvenida
letra G. También reencontrarnos este año ha sido el mejor regalo que he tenido,
quisiera que siempre fuera así.